El enigma de Sharaku: un cometa en el «Mundo Flotante»

Toshusai Sharaku es una de las figuras más fascinantes y misteriosas del ukiyo-e japonés de finales del siglo XVIII. Su carrera artística, que duró tan solo diez meses, desde mayo de 1794 hasta principios de 1795, fue tan abrupta como su posterior desaparición. A pesar de esta brevedad, Sharaku produjo entre 140 y 150 obras, la mayoría de ellas retratos de actores del teatro kabuki, un género conocido como yakusha-e. La falta de registros de un artista con este nombre antes o después de este periodo ha dado lugar a un intenso debate y especulación sobre su verdadera identidad, consolidándolo como uno de los grandes misterios del arte japonés.

Toshusai Sharaku. Sodesuke por Otani
Edición de 1968 por la editorial Yuyudo. Colección Bujalance

La obra de Sharaku emergió en el contexto del Periodo Edo (1603-1868), una era de paz y estabilidad que propició el florecimiento de la cultura urbana. El enigma en torno a la identidad de Sharaku ha generado más de cincuenta teorías, aunque pocas han sido consideradas seriamente por los expertos. La hipótesis más plausible sugiere que Sharaku pudo haber sido Saitō Jūrōbei, un actor de teatro Noh que servía al Dominio Awa Tokushima. Esta teoría se ve reforzada por la supuesta similitud de sus grabados con las máscaras de Noh y por el profundo entendimiento de la pose y la expresión teatral que Sharaku demostraba. De ser cierta, el anonimato de Saitō Jūrōbei podría explicarse por la rígida jerarquía social del Periodo Edo, donde el teatro Noh se asociaba a la élite samurái, mientras que el kabuki y el ukiyo-e se consideraban «entretenimiento de baja categoría» para las clases urbanas.

Toshusai Sharaku. Tamimura Torazo no Wahizuka yaheiji. Edición de 1968 por la editorial Yuyudo. Colección Bujalance

Otra teoría, aunque menos aceptada, señala que Sharaku era un alias de Katsushika Hokusai. Esta idea surge de un manuscrito influyente, el Ukiyo-e Ruikō, y de la coincidencia de que la breve carrera de Sharaku se superpone con un periodo de menor productividad de Hokusai. Hokusai, conocido por cambiar de nombre artístico con frecuencia, pudo haber usado el alias de Sharaku para protegerse de la estricta censura gubernamental impuesta por las Reformas Kansei (1789-1801).

El estilo de Sharaku se distingue por su audacia y realismo penetrante, con una marcada tendencia a la caricatura psicológica. A diferencia de sus contemporáneos, como Kitagawa Utamaro, que idealizaban la belleza de los personajes representados, Sharaku no dudaba en mostrar detalles poco halagadores, como narices grandes, arrugas o verrugas. Su enfoque no solo capturaba el papel que el actor interpretaba, sino también la humanidad del propio intérprete, una visión que resultaba excesivamente radical para su época.

Toshusai Sharaku. Sawamura Sojuro III
Edición de 1968 por la editorial Yuyudo. Colección Bujalance

Su breve carrera se divide en cuatro periodos estilísticos que reflejan una evolución en su técnica y composición. El primer periodo (mayo de 1794) se caracteriza por retratos de medio cuerpo en formato ōban con lujosos fondos de mica negra (kurokira) un material excesivamente caro. Estos retratos eran muy realistas, capturando los rasgos únicos de cada actor. Sin embargo, la trayectoria de su estilo muestra una disminución de la audacia en sus periodos posteriores, con un cambio hacia un estilo más convencional, posiblemente en un intento de evitar as críticas y adaptarse a las demandas del mercado.

La obra de Sharaku no fue bien recibida por el público japonés de su tiempo. Su estilo realista y psicológico chocó con las expectativas de los fans del teatro, que preferían retratos idealizados de sus actores favoritos. El fracaso comercial de sus grabados, junto con la estricta censura impuesta por las Reformas Kansei, se consideran las principales razones detrás de su repentina desaparición. Su editor, Tsutaya Jūzaburō, el visionario que descubrió a Sharaku, llegó a sufrir multas y confiscaciones por publicar obras consideradas demasiado transgresoras. Esta presión de la censura y la falta de aceptación del mercado probablemente hicieron insostenible la continuidad de Sharaku.

Toshusai Sharaku. Iwai Hanshirô IV
Edición de 1968 por la editorial Yuyudo, Colección Bujalance

Tras su breve carrera, Sharaku cayó en el olvido en Japón durante el siglo XIX. Sin embargo, un renovado interés internacional en el ukiyo-e a finales del siglo XIX, conocido como Japonismo, impulsó una reevaluación de su obra. En este contexto la obra de Sharaku fue redescubierta en Europa y, a su vez, revalorizada en su país de origen.

Hoy en día, sus diseños son los más admirados y valorados entre las obras maestras del grabado ukiyo-e. Sharaku es considerado uno de los grandes maestros del género y su contribución al retrato psicológico es ampliamente reconocida. Sus obras forman parte de colecciones destacadas en museos de renombre mundial, como el Art Institute of Chicago y el Metropolitan Museum of Art de Nueva York. El legado de Sharaku perdura no solo en la fascinación por su identidad, sino en su impacto pionero en el retrato psicológico y su habilidad para capturar la esencia de la humanidad en el vibrante mundo del kabuki. La historia de este genio fugaz es un recordatorio de cómo el tiempo puede reinterpretar y elevar una obra que en su momento fue incomprendida.