Tsutaya Jūzaburō: El Visionario que Transformó el Arte de Edo

En la vibrante cultura del período Edo (1603-1867), pocos nombres brillan con tanta audacia y perspicacia como el de Tsutaya Jūzaburō (1750-1797). Conocido como Tsutajū, este brillante poeta y editor no solo fue un visionario, sino que revolucionó lo que hoy podríamos llamar «el sector de contenidos». Su excepcional olfato empresarial lo impulsó a centrarse en lo que el público realmente quería: contenidos divertidos y atractivos. Con esa mentalidad, lanzó las carreras de artistas de ukiyo-e que hoy son maestros de renombre mundial, como Kitagawa Utamaro y Tōshūsai Sharaku.

Pero la visión de Tsutajū iba mucho más allá de la publicación. Construyó una red dinámica que conectaba a samuráis, ciudadanos adinerados, actores populares, escritores y artistas. Al unir diferentes campos creativos, introdujo innovaciones, a veces demasiado audaces, en la industria editorial. Se inspiraba en los barrios de recreo, el popular teatro de kabuki o en el kyōka (cómic), y cultivaba estrechas relaciones con poetas y escritores. Su editorial se convirtió en un centro de innovación que producía desde libros ehon (de tapa amarilla) y sharebon hasta los grabados ukiyo-e (xilografías a todo color).

La importancia de Tsutajū y su legado cultural fueron explorados en la exposición «Tsutaya Jūzaburō: Visionario creativo de Edo» que visitamos en mayo en el Museo Nacional de Tokio. Esta muestra, que examinó en profundidad su actividad editorial, también destacó la rica y diversa cultura de Edo durante las eras Tenmei y Kansei (1781-1801). La exposición, realizada del 22 de abril al 15 de junio de 2025, expuso un total de 258 obras.

 La muestra se presentó en conjunto con el drama histórico de la NHK de 2025, «Berabō: Tsutajū Eiga no Yume Banashi», el 64º taiga drama de la cadena. Estas series épicas, que se emiten anualmente, se centran en figuras históricas de Japón. Este taiga drama de 2025, protagonizado por Ryusei Yokohama en el papel de Tsutajū, rompió con la tradición de centrarse en la nobleza o samuráis para explorar la vida de un plebeyo que se convirtió en un exitoso librero y editor.

La exposición no solo deslumbró con las 258 obras maestras del célebre editor, sino que también nos transportó al vibrante período Edo. A través de una experiencia inmersiva, los visitantes pudieron adentrarse en la visión artística y las innovaciones que Tsutajū impulsó.

Para dar vida a esta época, la exposición utilizó videos, fotografías y efectos especiales que recreaban fielmente los escenarios del siglo XVIII. En una gran sala, las pantallas gigantes mostraban los barrios y la vida cotidiana de Edo (hoy Tokio), mientras que la imprenta, el despacho y la librería de Tsutajū habían sido reproducidos con tal precisión que uno se sentía inmerso en su mundo. Al entrar, incluso nos recibió con un jardín con cerezos en flor.

Además, la muestra sacó a la luz la vasta colección de grabados ukiyo-e de Tsutajū, todos ellos auténticas joyas. Entre los tesoros expuestos se encontraban numerosos libros Ehon y, como punto culminante, las 38 obras del enigmático Sharaku, de quien hablaremos en un próximo artículo. La exposición también rindió homenaje a maestros como Utamaro, Koryusai, Kiyonaga, Eishi, y otros artistas cuyos grabados, con su belleza y colorido, cautivaron a los impresionistas europeos e impulsaron un cambio de paradigma en el arte mundial.

El catálogo de la exposición, con una cubierta amarilla y encuadernación de estilo japonés, incluyó fotografías del decorado del período Edo utilizado en la obra histórica de la NHK.

Gracias a su perspicacia empresarial y su incansable búsqueda de lo que resonaba con el público, Tsutajū no solo moldeó la cultura impresa de finales del período Edo, sino que también dejó un legado perdurable que lo consagra como uno de los nombres más visionarios en la historia de las editoriales de ukiyo-e.