El maestro Chikanobu estuvo un año entero realizando su serie de 50 grabados para el editor Matsuki Heikichi. La inició en el quinto día del mes del noveno mes lunar de 1896 y terminó el primer día del noveno mes lunar de 1897. La serie constituye un auténtico legado histórico y esa fue la intención del maestro: documentar las modas de épocas anteriores.
Chikanobu estudió en su juventud en la escuela de pintura Kanō; pero se sintió atraído por la técnica del ukiyo-e, iniciándose con un discípulo de Keisai Eisen, hasta que se integró en la escuela del gran Ichiyūsai Kuniyoshi. Durante ese período, se hacía llamar Yoshitsuru. A la muerte de Kuniyoshi, pasó a la escuela del otro grande, Kunisada, y adoptó el seudónimo de Yōshū. Por último, fue discípulo del célebre Toyohara Kunichika, de quien adoptó el nombre, por el que ha pasado a la posteridad, Toyohara Chikanobu.
Tuvo una brillante carrera militar como retenedor del clan Sakakibara, de la provincia de Echigo. Luchó en las batallas de Ueno y de Hakodate y alcanzó fama por su valentía. Los samuráis retenedores eran espadachines de élite, que protegían el castillo de su amo de los ataques enemigos, mientras el Daimio estaba en campaña.
Después de dejar las armas, en 1875, decidió intentar ganarse la vida como artista en Tokio, donde encontró trabajo como ilustrador del periódico Kaishin Shimbun.
Al igual que otros muchos artistas de ukiyo-e, Chikanobu se ocupó de una gran variedad de temas, que iban desde la mitología japonesa a las representaciones de los campos de batalla en los que había luchado, el retrato de actores del Kabuki o la moda femenina.
En Chikanobu (ukiyo-e.es) verse algunos ejemplos.
La serie Jidai kagami “El espejo de las edades”, como señala Bruce A. Coats en “Chikanobu” Hotei Publishing (2006), fue creada para celebrar y documentar las modas de épocas pasadas. Para ello, creó una presentación cronológica de mujeres elegantes con prendas suntuosas, en un formato tan original como limitado ya que solo muestra la cabeza y los hombros de las mujeres, en una gran variedad de poses y gestos faciales (a veces mostrando también las manos sosteniendo algún objeto o mascota)
En el primer plano de cada grabado, aparece la protagonista del mismo, y en la parte superior, inserciones pictóricas que hacen referencia a la época del traje, mostrando personas de distintas edades y clases sociales, en los ambientes más diversos. Desde escenas callejeras detalladas o escenas campestres a objetos ubicados en un espacio abstracto o figuras presentadas en escenarios.
Todas las mujeres son jóvenes o de mediana edad, de clase media alta. Algunas aparecen como mujeres casadas, mientras que otras parecen ser cortesanas. La mayoría van vestidas con estilos de ropa urbana y todas llevan peinados distintivos, bien cuidados, con peines, flores, y otros adornos.
Siguiendo el estilo de los retratos tradicionales de «cabeza grande” okubi-e de Utamaro y Sharaku, sus rostros están en un perfil de ¾ y no miran al espectador, sino que parecen perdidas en sus pensamientos.
Chikanobu utiliza colores tonos cálidos muy ricos, de aplicación espesa, algunos incluso llevan copos de mica añadidos para proporcionar un efecto brillante. Las hebras de cabello en peinados elaborados y los patrones de tela tan detallados, requirieron un tallado minucioso de los bloques de madera y alineaciones de impresión muy precisas, por lo que la serie parece haber sido una producción de gran lujo.
La mayoría de los paneles secundarios insertados en la parte posterior están impresos en tonos de tinta negra sobre un fondo marrón claro uniforme, aunque hay algunos de colores claros. Todos los recuadros tienen un borde irregular, como si se tratara de hojas de papel viejo.
La descripción de los siguientes dos grabados son del libro de Bruce A. Coats, anteriormente citado.
Representa a una mujer joven de la era Kan’ei (1624 -1643) y su cachorro. Una época en la que el shogunato Tokugawa estaba consolidando su poder en Edo pero aún se veía a la capital imperial de Kioto como el centro de la cultura japonesa. Los atrevidos diseños del kimono y la yuxtaposición de patrones, con relleno de tejido anudado, son típicos de la época. El collar con volantes del perro puede ser una referencia humorística a las modas europeas que eran populares a finales del siglo XVI, cuando los comerciantes extranjeros que visitaban regularmente Kioto, ponían esos collares a sus mascotas. En el recuadro de la parte superior, podemos ver a unos samuráis de nivel inferior y un grupo de amigas recién salidas de una casa de baños.
El diseño y el estampado del kimono de la mujer del grabado, permiten establecer con gran precisión que pertenece a la época Tenna (1681-1684). En esa época, como en las anteriores, el estilo de la ropa estaba muy regulado, tanto en los patrones como en los tejidos, estampados y colores. El shogun Tokugawa Tsunayoshi (1646-1709), en un esfuerzo por controlar las extravagancias que se estaban produciendo entre la burguesía y los mercaderes, sobre todo de las ciudades de Kioto y Edo (Tokio), dispuso en 1683 normas sobre usos suntuarios que prohibían cualquier tipo de novedad en la vestimenta, así como «ropas raras o de tejidos apagados». Normas que los fabricantes y vendedores de kimonos rápidamente encontraban la manera de burlar.
Esa clase de nuevos ricos, se había beneficiado de la reconstrucción del país en un periodo de paz, no solo con sus actividades comerciales sino también prestando dinero a elevados tipos de interés, a la cada vez más empobrecida clase de los samuráis, lo que les permitía ir incluso mejor vestidos que las clases sociales superiores, lo que a estas les resultaba totalmente insoportable
En la parte superior del grabado aparecen un flautista itinerante y un tamborilero con un sombrero de fiesta parecido a una flor de campanilla invertida, una imitación del sombrero que usaba el shogun en esa época.
La gran calidad de la serie resulta evidente, tanto en el detalle de la representación femenina como en la escena superior con personajes como los que se ganaban la vida, recorriendo con su música el camino del Tokaido y apelando a la generosidad de los viandantes.