Colección de ukiyo-e de Edward Burr Van Vleck

Descubrí la colección de ukiyo-e del matemático americano Edward Burr Van Vleck, por pura casualidad y el conocer como la había formado y cuidado resultó tremendamente inspirador para mí.  

En 2008 tuve la oportunidad de visitar la exposición de ukiyo-e  denominada “Utagawa: Masters of the Japanese Print, 1770–1900” que tenía lugar en el Museo de Brooklyn, en Nueva York.  Al pasar por la librería del museo, entre los muchos libros de temática japonesa relacionados con la exposición me fijé en uno que desconocía; titulado  “Compeetition and Collaboration, Japanese Prints of the Utagawa School”, escrito por Laura J. Mueller y editado por Hotei Publishing 2007; que era precisamente el catálogo de  una exposición de la colección de  Ukiyo-e de Burr Van Vleck

Compeetition and Collaboration, Japanese Prints of the Utagawa School”. Laura J. Mueller. Hotei Publishing. 2007. Colección Bujalance

Edwars Burr nació en Middletown, Conéctica, el 7 de junio de 1863. Su padre, John Monroe Van Vleck, era profesor de Matemáticas y Astronomía en la Universidad de Wesleyana, de la qué fue presidente durante algunos años. El joven Van Vlech se educó en la escuela de Middletown y en la Academia Wilbraham, graduándose en la Universidad de Wesleyan en 1884. Estaba dotado de una mente brillante, pero carecía de habilidades atléticas, muy valoradas en su entorno, por lo que se  centró  en actividades absolutamente intelectuales.

Foto de National Academy of Sciencies. USA.

Le gustaban tanto las ciencias como las letras y le costó decidir si estudiar Literatura griega o Matemáticas. Después al final se decidió por seguir el camino paterno de las matemáticas, cursando Matemáticas y Física en la Universidad Johns Hopkins de 1885 a 1887, después recibió se doctoró en la Universidad de Gottingen en Alemania, dirigida por famoso matemático, Félix Klein que tuvo una gran influencia sobre él. Inició su carrera profesional como profesor asistente en la Universidad de Wesleyan y desde 1906 fue Profesor en la Universidad de Wisconsin hasta su retiro como Profesor emérito en 1829.

Al regreso de Alemania en 1893 se casó con Hester I. Raymond. Con la que tuvo un hijo, John Has Van Vleck, que llegó a ser Profesor Hollis de Matemáticas y Filosofía Natural y Decano de Ciencias Naturales de la Universidad de Harvard y Premio Nobel en Física en 1977.

Aunque toda su vida estuvo centrada en la investigación y la vida académica, cultivo otros muchos intereses, como la literatura,  las bellas artes y los viajes.  Era coleccionista de libros y grabados y siempre que podía, viajaba por el mundo. Llegó a reunir una importante  colección de grabados japoneses y su mujer se convirtió en experta restauradora de arte. Especializada sobre todo en  la  reparación de ukiyo-e. Sus amigos americanos recuerdan con emoción las ocasiones en las que los Van Vleck  hacían un especie de visita privada a su colección, mostrando y explicando durante una hora algunos de sus grabados ukiyo-e.

A los sesenta y seis años decidió jubilarse para dedicarse, como explicó a sus amigos, a viajar y a  catalogar sus grabados japoneses.

The Edward Burr Van Vleck Collection of Japanese Print. Elvehjem Museum of Art. 1990. Colección Bujalance

En 1980, su hijo cedió tres cuartas partes de la colección al museo de la Universidad en 1980, como memoria a su padre   fallecido, reservándose una cuarta parte  que a su muerte fue también cedida por su mujer, cumpliendo uno de los últimos deseos de su marido.

Hoy, la colección Van Vleck de grabados japoneses, es una de las más importantes colecciones del Museo Chazen del Centro de Artes Elvehjem de la Universidad de Wisconsin-Madison y una de las mejores colecciones de grabados japoneses de Universidades del mundo comparable a las de la universidad de Harvard, Waseda y Keio en Tokio. Con 4000 grabados de 137 artistas, es la octava colección por el número de grabados de Estados Unidos.

El interés de Edward Burr Van Vleck por los grabados japoneses comenzó alrededor de 1899 cuando su hermana Jane le regaló un grabado, poco después él compró otro grabado y en 1910, su hermana Anne, le regaló nueve grabados más.  Hasta 1916 sus adquisiciones de grabados fueron esporádicas fijándose únicamente en su belleza, pero ese año decidió estudiar y conocer más a fondo el arte japonés,  y empezó a comprar grabados de la colección de la señora J. Harriot Goodell, esposa de Thomas Goodell profesor de Griego de la Universidad de Yale.

Mas tarde diría que, aunque, algunos de los grabados se trataban de copias y otros estaban en malas condiciones, que después fueron reemplazados por grabados en mejores condiciones, la colección le dio la oportunidad de familiarizarse con el trabajo de muchos artistas. Y siguió comprando y coleccionando hasta 1940, cuando contaba con alrededor de 4000 grabados.

Dividió la colección en dos grupos. Uno había incorporado a un exhaustivo sistema de catalogación, y otro grupo formado por duplicados o impresiones de dudosa autoría. Su profundo interés en las obras se refleja en el cuidado que tuvo en la investigación y el registro de sus descubrimientos acerca de los grabados de su colección.

En 1928 Van Vleck realizó su mayor compra individual de grabados que aun representa más de una cuarta parte de la colección y a estos les dedicó una atención especial. Los grabados habían sido propiedad del arquitecto Frank Lloyd Wright, que mostraba su admiración por los grabados  japoneses a los que consideraba como “abstracciones estéticas puras”. En 1907, Wright había reunido suficientes grabados como para poder hacer exposiciones en el  Instituto de Arte de Chicago. En 1915, Wright se convirtió en el  agente de compras en Japón de Willian Spaulding, llegando a gastar en grabados 125000 dólares de una vez. (la Colección Sapulding está ahora en Museo de Bellas Artes de Boston). Sin embargo, debido a sus problemas financieros, Wright se vio obligado a poner 5100 grabados japoneses como garantía de un banco de Wisconsin, que en 1928, vendió parte de la misma a Van Vleck por 4000 dólares. Mas tarde Van Vleck vendió alguno de  esos grabados, y en abril del año siguiente a la compra había recuperado totalmente su inversión. Después siguió vendiendo y comprando a la vez. Cuando dejo de coleccionar en 1940 había vendido 2164 grabados de los comprados al banco y había ganado más de 12.000$. Cuando su hijo John heredó la colección de su padre, aunque no adquirió ni vendió ninguno de los grabados, continúo cuidando e interesándose por la colección, invitando a expertos a dar sus opiniones sobre ella, haciendo exposiciones  y poniéndola a disposición de estudiantes interesados en el tema.