La novela Genji monogatari (Historia de Genji), de Murasaki Shikibu, es considerada la obra maestra de la literatura japonesa y una de las primeras novelas, en sentido estricto, de la historia de la literatura. Escrita a principios del siglo XI, la novela contiene una narración dividida en capítulos que trata de las aventuras del príncipe Genji y de sus descendientes.
Los grabados sobre el príncipe Genji han tenido una larga tradición en Japón. No había transcurrido un siglo desde que Murasaki Shikibu escribiera su obra, a principios del siglo XI, cuando ya aparecieron las primeras ilustraciones basadas en el tema.
En el siglo XII, algunos novelistas hicieron versiones de esta obra en clave de parodia. La más exitosa fue la denominada Genji rústico y falsa Murasaki, de Ryūtei Tanehiko. Como el tema se puso de moda, aparecieron también varias obras del teatro kabuki inspiradas en estas novelas. En este contexto, algunos editores enfocaron su negocio a la venta de libros ilustrados con estampas sobre los episodios más famosos del príncipe Genji, tanto en su versión seria como en la cómica.
En el año 2023 la Comunidad de Madrid a través de Red Itiner está exhibiendo grabados de la Colección Bujalance del príncipe Genji en centros culturales de la Comunidad, por medio de la exposición “Estampas del príncipe Genji. El arte de la galantería del antiguo Japón”.
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Los textos que aparecen en la exposición han sido realizados por su comisario, el profesor David Almazán, uno de los mayores expertos en arte japonés de España. En este sentido, hay que destacar la detallada catalogación que ha realizado de los grabados y la estructuración de la exposición en temas para una mejor comprensión de esta. Que podemos observar en los siguientes dos ejemplos.
El protagonista de la novela Genji Monogatari, el joven Genji, se enamoró de Utsusemi, una mujer casada de un rango inferior, con la que le resultaba muy difícil reunirse en privado para declararle sus sentimientos. Genji encontró un aliado en el pequeño Kogimi, hermano de Utsusemi, quien le servía de mensajero. Siguiendo la costumbre de la época, ambos comenzaron a intercambiar poemas, que era la manera habitual de concertar citas. A esta mujer, Genji la llamó Retama, nombre de un arbusto que de lejos puede parecer frondoso, pero que de cerca no satisface las expectativas. Entonces, ella le escribió un poema en el que se lamenta de su posición social y hace un llamamiento a la prudencia y discreción. El poema puede leerse junto al título de la estampa.
Quiero parecer
tan poco llamativa
como la retama.
Insignificante, por mi
humilde condición
A finales del verano florecen las clavelinas o claveles silvestres (tokonatsu en japonés) que anuncian ya la llegada del otoño. Con un paraguas, un gallardo y actualizado galán protege de la lluvia a una joven en una nostálgica excursión campestre. De este modo, el moderno Mitsuuji retoma los episodios del antiguo príncipe Genji. A pesar de la sencillez de la composición, Kunisada logra de una manera muy gráfica el efecto de lluvia mediante el dibujo de unas líneas blancas en diagonal. La mirada de los personajes invita a pensar que se sienten atraídos y que disfrutan de una agradable jornada en plena naturaleza. Los romances apasionados eran uno de los temas preferidos del público japonés y uno de los argumentos más recurrentes de las obras literarias y artísticas.