A principio del siglo XIX, se inició en Edo una nueva técnica de impresión de grabados ukiyo-e a la que se denominó chirimen-gami-e (impresiones de papel de hilo comprimido»: 縮 緬 紙), también denominadas impresiones de crepé (crespón o papel pinocho), que se utilizaron ocasionalmente durante todo el siglo XIX como propuestas alternativas de algunos diseños.
Esa técnica de compresión del papel daba como resultado una superficie altamente texturizada y un tacto similar al de la seda y se realizaba en tamaños de papel notablemente más pequeños de los habituales en los grabados, que ofrecían una estética diferente de la imagen impresa a la de las ediciones estándar. A pesar del esfuerzo adicional que implicaba realizar estas impresiones, no pasaron de ser una novedad sin llegar a convertirse seriamente en un nuevo método de refinamiento de la imagen impresa.
Para crear los chirimen-gami-e se empezaba, de forma análoga a los ukiyo-e, estampando las distintas tintas en el papel, una vez impreso se humedecía, se intercalaba en moldes de cartón y se presionaba hasta diez veces con una presa especial, cambiando de posición el papel.
El entusiasmo del mercado occidental por los libros de papel crepé y la creciente demanda de estos produjo un resurgimiento de la producción de chirimen-gami-e en los últimos años de 1880, cuando empezaron a ser exportados a Occidente.
Los más conocidos son los publicados por la compañía Hasegawa, que se abrió en 1885. Sus publicaciones chirimen-gami fueron especialmente populares para los libros infantiles, ya que el papel crepé era resistente al desgarro y tenía más oportunidades de sobrevivir al manejo de los niños. Hasegawa aprovechó esta fascinación y utilizó la técnica chirimen-gami-e para hacer libros con ilustraciones de grabados que producían la misma sensación que si estuvieran hechos de tela.
Los grabados chirimen-gami-e fueron exportados a finales del siglos XIX a Europa y Estados Unidos junto con los grabados tradicionales ukyo-e. Y los libros se publicaron en inglés, alemán, francés, español y portugués. También fueron utilizados en las portadas de libros y revistas. Como describe el artista Archibald Standish Hartrick, Van Gogh era uno de sus máximos admiradores:
“Sobre un caballete estaba el cuadro amarillo llamado ‘Romans Parisiens’, el primero de una serie de cuadros amarillos. Luego me llamó la atención especialmente sobre una serie de lo que él llamó crêpes, es decir, grabados japoneses impresos en papel arrugado como el crepé. Estaba claro que le interesaban mucho y estoy convencido, por la forma en que hablaba, de que buscaba obtener un efecto similar de pequeñas sombras proyectadas en su pintura al óleo a partir de la rugosidad de la superficie, algo que finalmente lo consiguió.“