Durante todo el verano y hasta el 16 de octubre, el Museo Calouste Gulbenkian de Lisboa exhibe una impresionante colección de grabados japoneses denominada “Mundo flotante: la estampa japonesa ‘ukiyo-e”
Calouste Sarkis Gulbenkian (Scutari, hoy Üsküdar, Turquía, 23 de marzo de 1869 – Lisboa, 20 de julio de 1955) fue un ingeniero, empresario y filántropo armenio nacionalizado británico, pionero en el desarrollo del sector petrolífero en Oriente Medio reunió una importantísima colección de obras de arte que dejó, en herencia a Portugal, donde vivió gran parte de su vida y que fueron origen de la Fundación Calouste Gulbenkian.
La exposición se centra en los grabados ukiyo-e de su colección a los que se ha agrupado en cinco conceptos generales, en donde se explora la ciudad de Edo, la actual Tokio, a través de dos temas que ilustran la cultura popular de la ciudad en aquel momento: la belleza femenina, en la figura de las cortesanas y la contemplación de la naturaleza. La cultura popular de Edo, perceptible en la representación del trazado urbano de la ciudad, sus lugares emblemáticos —incluido el barrio histórico de Yoshiwara—, sus calles y el paisaje circundante. También contiene los doce ukiyo-e en perspectiva, de Utagawa Toyoharu (1735-1814) que presentan auténticas panorámicas de Edo y dan testimonio del incesante bullicio de la ciudad.
La adopción de la perspectiva lineal, esencial en el desarrollo del género paisajístico ukiyo-e , fue explorada por primera vez por Katsushika Hokusai (1760-1849) con su famosa serie de “Treinta y seis vistas del monte Fuji” ( Fugaku sanjūrokkei) que los que de la colección Gulbenkian exhibe dos ejemplares.
La exposición también explora la importancia del surimono, (obras que se hacían por encargo) como ediciones exclusivas y limitadas de grabados en madera accesibles sólo a unos pocos elegidos, de las que atesora un número importante, principalmente de Totoya Hokkei (1780-1850).
Los ukiyo-e de la Fundación proceden en su mayor parte de tres subastas realizadas por Sothebey en Londres. En 1911 adquirió 34 ejemplares, la mayor parte de Utamaro, Toyokuni y Eizan. En 1912 obtuvo 29 ejemplares más y dos años más tarde, en 1914, consiguió cuatro grabados que pertenecían al famoso marchante parisino Hayashi Tadamasa. Posteriormente, en sucesivas subastas de Sothebey y Christie’s, hasta 1923, logró los restantes hasta completar los 250 que actualmente posee la Fundación.
También ofrece la oportunidad de descubrir algunas de las estampas dañadas por las inundaciones que afectaron a la región de Lisboa en 1967 y contemplar el trabajo lento y minucioso de restauración que han llevado a cabo los equipos de conservación el museo, que se refleja en las obras expuestas.
El diseño de la exposición con multitud de tenues luces indirectas, elegantes paneles negros salpicados de alguno que otro granate y la enmarcación de los cuadros, más amplia de lo habitual, introducen al visitante en el ambiente del japón tradicional de 200 años atrás.
El espléndido catálogo de la exposición en portugués o inglés se convertirá en un libro imprescindible para los amantes de los grabados ukiyo-e