Se denomina kacho-e, al género de los grabados japoneses que representan pájaros y flores, como herencia de una larga tradición de la pintura china. En China, los pájaros y las flores fueron, junto con los paisajes y las figuras humanas, una de las principales motivaciones de los artistas a lo largo de los siglos. No es de extrañar que los pintores japoneses, fascinados por la cultura china, también dirigieran con frecuencia su atención la representación de su temática. Numerosos ejemplos de este tipo se encuentran en las obras de la Escuela Sesshu en los siglos XV y XVI y en los artistas de la Escuela Kano, que mantuvieron una extraordinaria tradición de pintura «china» desde el siglo XV hasta el siglo XIX.
Aunque el grabado chino influyó en el desarrollo técnico de esta forma de arte en Japón, los grabados chinos de pájaros y flores (como el grabado de mediados del siglo XVII que mostramos aquí) fueron realizados con un objetivo muy diferente al de los japonesas posteriores.
Los grabados chinos servían para ilustrar manuales artísticos como el “Jardín de semillas de mostaza” y como modelos para que los aspirantes a pintores los emularan.
En Japón los grabados kacho-e, a pesar de su inspiración china, se producían y disfrutaban por sí mismos, como obras de arte independientes. Su representación de pájaros y flores proyecta también una dimensión espiritual. Los artistas intentan mostrar el alma de las cosas y transmitir de modo sutil y delicado la fugacidad de las estaciones, los cambios de la naturaleza y su eterno ciclo.
Este tipo de grabados recibió un auténtico impulso cuando maestros posteriores, como Hokusai (1760-1849), estudiaron la impresión de la China Ming (1368-1644) en detalle. De hecho, a Hokusai se le atribuye el mérito de elevar el estampado de flores, pájaros y distintos animales hasta convertirlo en un género dominante en el arte del grabado ukiyo-e japonés. Aunque este gran artista es conocido por su famoso ukiyo-e sobre La gran ola de Kanagawa y por las icónicas Treinta y seis vistas del monte Fuji, es también el autor de colecciones de grabados de crisantemos o de animales que parecen preparados para saltar, nadar, volar o deslizarse fuera de la página.
Mientras que el enfoque occidental de la historia natural se ha basado en la descripción y la clasificación, el punto de vista japonés estable una relación con la experiencia, la percepción y la estética. Los maestros del kachō-e se guiaban tanto por la expresión como por la emoción y lograron transmitir su entusiasmo al contemplar una flor de bellos colores o su turbación por la personalidad inteligente de un pajarillo.
Aunque a lo largo del siglo XIX, como hemos comentado, alguno de los artistas más importantes como Hokusai y Hirosighe creraon grabados kacho.-e, no fue hasta finales de ese siglo cuando se produjo una auténtica corriente Kacho-e que contó hasta con libros ilustrados. Entre los muchos artistas que la siguieron cabe destacar a dos de ellos: Imao Keinen y Kano Barei
Imao Keinen (1845 – 1924)
Imao Keinen fue uno de los pintores más conocidos de su tiempo. Nació en Kioto en 1845, estudió pintura y caligrafía con Umegata Tokyo y Suzuki Hyakunen, trabajó como profesor de la Escuela de Pintura de la Prefectura de Kioto. En 1904 se convirtió en miembro del Comité de Arte de la Casa Imperial y en 1919 entró a formar parte de la Academia Imperial de Arte, considerados ambos grandes honores. Keinen se hizo famoso por sus hermosos diseños de pájaros y flores, o kacho-ga, pintados con maravillosos detalles realistas y sus obras formaron parte de exposiciones en Japón y París.
Su obra más importante son los álbumes de pájaros y flores de las cuatro estaciones, denominada Keinen Kacho Gafu. Fueron realizados en 1891 y son considerados los más excepcionales grabados de la naturaleza de finales del siglo XIX. Se trata de una impresionante obra de cuatro partes de grabados en madera de pájaros y flores, representando a las cuatro estaciones. Los bloques de madera son temas verticales oban (tamaño 39×26 cms.) en colores suaves muy naturales. Representa pájaros grandes e impresionantes junto a pajarillos cantores de bellos colores, inmersos en su hábitat natural plena naturaleza de hermosas plantas y flores, ramas de cerezo en flor o árboles cubiertos de nieve, según la estación. La serie fue publicada por Nishimura Soemon en cuatro volúmenes de cuarenta impresiones cada uno, en los que figura Tanaka Hirokichi como tallador y Miki Jinzaburo como impresor.
Kono Barei (1844-1895)
Bairei también nació e inició su carrera como pintor en Kioto. Estudió pintura de estilo Maruyama (que mezcla tendencias pictóricas occidentales y tradicionales japonesas) con Nakajima Raisho, antes de pasar a la escuela Shijo y a la tutela de Shiokawa Bunrin. Después fue alumno de varios artistas de la escuela Nanga y pronto se convirtió en una figura conocida de la escena artística de Kioto. Desempeñó un papel fundamental en la fundación de la Escuela de Pintura de la Prefectura que abrió en 1881 y abandonó para crear su propia escuela de pintura. Su fama fue reconocida en 1893 con el nombramiento para el Comité de Arte de la Casa Imperial.
En 1883, publicó su obra más popular, Bairei kacho gafu (Álbum de flores y pájaros de Bairei) en la que muestra parejas de pájaros y flores a lo largo de las cuatro estaciones. Bairei incorpora algunos aspectos del arte occidental en su trabajo, como hicieron otros artistas del período Meiji, pero conserva la fidelidad al espíritu de los grabados en madera en sus kacho-e, (estampados de pájaros y flores) que ilustran numerosos libros.