Se denomina Meisho Zue a los libros publicados durante la segunda mitad del periodo Edo, (finales del siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX) e ilustrados con grabados que describen lugares famosos (meisho) de Japón por sus paisajes, por su historia o por formar parte de leyendas. Estos libros, (una especie de guías turísticas), se caracterizan por la importancia de la imagen y el deseo de simplicidad. Los Meisho de temática literaria y artística sobre paisajes famosos, aparecen inicialmente en la poesía del siglo VIII. Después, durante el periodo Heian, se realizan grabados sobre paisajes denominadas Meisho-e, y más tarde se empiezan a publicar los Meisho Zue.
La idea subyacente era identificar y dar a conocer lugares reconocidos por su belleza o interés. En el período Edo, la paz de los Tokugawa permite la democratización del ocio y los viajes. Entonces se empiezan a popularizar las guías de viaje (Meisho Ki), antecedentes de los Meisho Zue. En ellas, como en las actuales, se describen con gran detalle los lugares a visitar: ciudades importantes, templos y santuarios, recorridos o regiones de Japón. Con información o relatos acerca de su historia, el origen de su nombre, leyendas o poemas inspirados en ellos.
El primero de los libros Meisho Zue es el denominado Miyako Meisho (literalmente «Guía Ilustrada de la Capital»), publicado en 1780, sobre Kioto y sus alrededores, escrito por el poeta Akizato Rito, con ilustraciones en blanco y negro, realizadas por Takahara Shunchōsai. La primera tirada tuvo 4000 ejemplares y, a pesar de los temores iniciales del editor, obtuvo un éxito impresionante que exigió nuevas ediciones. Al ver el éxito de este primer libro dedicado a Kioto, rápidamente se edita otro libro sobre Edo (Tokio), la nueva capital de Tokugawa como centro económico y cultural. A este le siguen Yamato Meisho Zue, publicado en 1791 sobre la provincia de Yamato; Ise Sangu Meisho Zue, publicado en 1797 sobre la peregrinación al santuario de Ise o Tōkaidō Meisho Zue, publicado también en 1797 sobre el camino de Tōkaidō. Las ilustraciones, generalmente en blanco y negro, son de estilo realista y ofrecen una visión documental de la topografía de los lugares, respetando la composición tradicional japonesa del paisaje, es decir, vistas lejanas cuyo punto de vista es la altura (en la perspectiva denominada «línea recta”). Los motivos pictóricos más recurrentes son los templos y santuarios, paisajes de bahías, carreteras y montañas y sobre todo la vida cotidiana de todo tipo de clases sociales, tanto rurales como urbanas, además de fiestas y festivales, procesiones y eventos especiales. Por todo ello, ofrecen una auténtica narrativa en imágenes de las costumbres y actividades cotidianas de los japoneses de la época.
El objetivo principal de Meisho Zue era entretener y sorprender con escenas de ciudades o paisajes lejanos y desconocidos, transportando al lector a esos lugares y despertando su interés por visitarlos. Su popularización es comprensible ya que se editaban pensando en gustar a todo tipo de público. Realizaban un gran esfuerzo de simplificación de temas clásicos, muy conocidos a través de la poesía y la literatura. Se elegían lugares con gran fuerza de evocación poética y emocional, asociados a un conjunto de convenciones y estereotipos o por su interés histórico, topográfico o turístico, como por ejemplo el monte Fuji, considerado sagrado y lugar de peregrinación para los japoneses (están convencidos de que, una vez que se ha contemplado el Fuji, su imagen no se borra jamás de la mente). El tema se hace inmediatamente comprensible para el lector. Las ilustraciones son una especie de fotografía del lugar y mantienen un perfecto equilibrio con el texto. La cima del éxito del Meisho Zue se produce alrededor de 1812.
Los Meisho Zue influyeron de manera significativa en los mejores paisajistas del ukiyo-e como Hokusai e Hiroshige, que trataron de mantener en sus grabados la fidelidad topográfica y hasta eligieron los mismos paisajes. Estos dos artistas realizaron numerosas series de las famosas vistas de Japón como Las Treinta y Seis Vistas del Monte Fuji, las Cincuenta y Tres Estaciones del Tōkaidō o las Sesenta y Nueve Estaciones del Kiso Kaidō.
De hecho, otros muchos artistas se inspiraron en los libros de viajes, denominados Meisho-zue y en sus ilustraciones elaboradas con la técnica del ukiyo-e, para representar jardines, templos, santuarios, fértiles colinas, tranquilas bahías, ceremonias religiosas, procesiones funerarias, celebraciones del año nuevo, escenas de la vida ordinaria en la ciudad, en la casa, en las tiendas, etc. Lugares y situaciones que plasmaban en sus grabados sobre el Tōkaidō y que, en muchas ocasiones, sólo conocían a través de los libros.